Salid de Ella Pueblo Mío

Luego oí otra voz que decía desde el cielo: “Salid de ella, pueblo mío, no sea que os hagáis cómplices de sus pecados y os alcancen sus plagas. Porque sus pecados se han amontonado hasta el cielo y Dios se ha acordado de sus iniquidades. Dadle como ella ha dado, dobladle la medida conforme a sus obras, en la copa que ella preparó preparadle el doble.  En proporción a su jactancia y a su lujo dadle tormentos y llantos. Pues dice en su corazón: Estoy sentada como reina, y no soy viuda y no he de conocer el llanto… Por eso, en un solo día llegarán sus plagas: peste, llanto y hambre, y será consumida por el fuego. Porque poderoso es el Señor Dios que la ha condenado” (Ap.18,4-8).

 

Llanto en Babilonia

Llorarán, harán duelo por ella los reyes de la tierra, los que con ella fornicaron y se dieron al lujo, cuando vean la humareda de sus llamas; se quedarán a distancia horrorizados ante su suplicio, y dirán: “¡Ay, ay, la Gran  Ciudad!  ¡Babilonia,  Ciudad poderosa, que en una hora ha llegado tu juicio!”.

Lloran y se lamentan por ella los mercaderes de la tierra, porque nadie compra ya sus cargamentos: cargamentos de oro y plata, piedras preciosas y perlas, lino y púrpura, seda y escarlata, toda clase de maderas olorosas y toda  clase de objetos de marfil, toda clase de objetos de madera preciosa, de bronce, de hierro, y de mármol; cinamomo, amomo, perfumes, mirra, incienso, vino, trigo, aceite, harina, bestias de carga, ovejas, caballos y carros; esclavos y mercancía humana.

Y  los frutos en sazón que codiciaba tu alma, se han alejado de ti; y nunca jamás aparecerán. Los mercaderes de estas cosas, los que a costa de ella se habían enriquecido, se quedarán a distancia horrorizados ante su suplicio, llorando y lamentándose: “¡Ay, ay, la Gran  Ciudad, vestida de lino, púrpura y escarlata, resplandeciente de oro, piedras preciosas y perlas, que en una hora ha sido arruinada tanta riqueza!”

Todos los capitanes, oficiales de barco y los marineros, y cuantos se ocupan en trabajos del mar se quedaron a distancia y gritaban al  ver la humareda de sus llamas: “¿Quién como la Gran  Ciudad?” Y  echando polvo sobre sus cabezas, gritaban llorando y lamentándose: “¡Ay, ay, la Gran  Ciudad, con cuya  opulencia se enriquecieron cuantos tenían las naves en el mar; que en una hora ha sido asolada!” (Ap.18,9-19).

 

Alegría en el Cielo por la Luz en Babilonia - Desaparición de la Gran Ciudad

 

Alégrate por ella, cielo, y vosotros, los santos, los apóstoles y los profetas, porque al condenarla a ella, Dios ha juzgado vuestra causa.

Un ángel poderoso alzó entonces una piedra, como una rueda de molino, y la arrojó al mar diciendo: “Así, de golpe, será arrojada Babilonia, la Gran  Ciudad, y no aparecerá ya más”… Y la música de los citaritas y cantores, de los flautistas y trompetas, no se oirá más en ti; artífice de arte alguno no se oirá más en ti; la voz de la rueda de molino no se oirá más en ti; la luz de la lámpara no lucirá más en ti; la voz del novio y de la Novia no se oirá más en ti. Porque tus mercaderes eran los magnates de la tierra, porque con tus hechicerías se extraviaron todas las naciones; y en ella fue hallada la sangre de los profetas y de los santos y de todos los degollados de la tierra      (Ap.18, 20-24).

 

Aleluyas en el Cielo por el Juicio de la Gran Ramera

Después oí en el cielo como un gran ruido de muchedumbre inmensa que decía: “¡Aleluya! La salvación y la gloria y el poder son de nuestro Dios, porque sus juicios son verdaderos y justos; porque ha juzgado a la Gran Ramera que corrompía la tierra con su prostitución, y ha vengado en ella la sangre de sus siervos”.

Y por segunda vez dijeron: “¡Aleluya! La humareda de la Ramera se eleva por los siglos de los siglos”. Entonces los veinticuatro ancianos y los cuatro vivientes se postraron y adoraron a Dios, que está sentado en el trono, diciendo: “¡Amén! ¡Aleluya!”. Y salió una voz del trono, que decía: “Alabad a nuestro Dios, todos sus siervos y los que le teméis, pequeños y grandes”.

Y oí el ruido de muchedumbre inmensa y como el ruido de grandes aguas y como el fragor de grandes truenos. Y decían: “¡Aleluya!” Porque ha establecido su reinado el Señor, nuestro Dios todopoderoso (Ap.19, 1-6).

 

Presentación de la Verdadera Esposa del Cordero

“Alegrémonos y regocijémonos y démosle gloria, porque han llegado las bodas del Cordero, y su Esposa se ha engalanado y se le ha concedido vestirse de lino deslumbrante de blancura - el lino son las buenas acciones de los santos”.

Luego me dice: “Escribe: Dichosos los invitados al banquete de bodas del Cordero”.  Me dijo además: “Estas son palabras verdaderas de Dios”. Entonces me postré a sus pies para adorarlo, pero él me dice: “No, cuidado; yo soy un siervo como tú y como tus hermanos que mantienen el testimonio de Jesús.  A Dios tienes que adorar”. El testimonio de Jesús es el Espíritu de profecía (Ap.19,7-10).

 

Cristo Combate con Justicia

Entonces vi el cielo abierto, y había un caballo blanco: el que lo monta se llama “Fiel” y “Veraz”; y juzga y combate con justicia. Sus ojos, llama de fuego; sobre su cabeza, muchas diademas; lleva escrito un nombre que sólo él conoce; viste un manto empapado en sangre y su nombre es: La Palabra de Dios.

Y  los ejércitos del cielo, vestidos de lino blanco puro, le seguían sobre caballos blancos. De su boca sale una espada afilada para herir con ella a los paganos; él los regirá con cetro de hierro; él pisa el lagar del vino de la furiosa cólera de Dios, el Todopoderoso. Lleva escrito un nombre en su manto y en su muslo: Rey de Reyes y Señor de Señores (Ap.19,11-16).

 

Invitación al Banquete de Dios

Luego vi a un ángel de pie sobre el sol que gritaba con fuerte voz a  todas las aves que volaban por lo alto del cielo: “Venid, reuníos para el gran banquete de Dios, para que comáis carne de reyes, carne de tribunos y carne de valientes, carne de caballos y de sus jinetes, y carne de toda clase de gente, libres y esclavos, pequeños y grandes” (Ap.19,17-18).

 

La Derrota Total de las Dos Bestias

Vi entonces a la Bestia y a los reyes de la tierra con sus ejércitos reunidos para entablar combate contra el que iba montado en el caballo y contra su ejército. Pero la Bestia fue capturada, y con ella el falso profeta - el que había realizado al servicio de la Bestia las señales con que seducía a los que habían aceptado la marca de la Bestia y a los que adoraban su imagen - Los dos fueron arrojados vivos al lago de fuego que arde con azufre (Ap.19,19-20).

 

 

Los Últimos Salvados

“Los demás fueron exterminados por la espada que sale de la boca del que monta el caballo, y todas las aves se hartaron de sus carnes” (Ap.19,21).

                  

 

                                                                                                 

          
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